viernes, 29 de julio de 2011

El sake blanco de Shôjô (2)

Yurine tenía un vecino llamado Mamikiko, que sintió celos cuando supo que Yurine había conseguido sake. Mamikiko deseaba una taza de sake más que nada en este mundo así que llamó a Koyuri y, quitándole la cantimplora, le dijo: ¡Déjame probar de ese sake! Entonces bebió ávidamente pero, con gesto asqueado, exclamó: ¡Esto no es sake! ¡Es agua sucia! Muy enfadado comenzó a golpear al muchacho mientras gritaba: ¡Llévame con esas criaturas rosadas de las que me has hablado! Les pediré sake del bueno y espero que esta azotaina que te he dado te sirva de advertencia para que jamás vuelvas a gastarme una broma como ésta.

Koyuri y Mamikiko caminaron por la playa hasta llegar al lugar donde las criaturas de pelo rojo estaban bebiendo. Cuando Koyuri la vio comenzó a llorar. ¿Por qué lloras? –preguntaron-. ¿Acaso tu padre no bebió todo el sake que te dimos?

No –respondió el muchacho-, la desgracia ha llamado a mi puerta. Este hombre que me acompaña, Mamikiko, tomó un trago de sake, lo escupió y tiró el resto. Dice que le he gastado una broma y que he metido agua sucia en la cantimplora. Si fuerais tan amables de darme un poco más de sake para mi padre…

Los seres de pelo rojo rellenaron la cantimplora del muchacho mientras se reían entre dientes de la experiencia de Mamikiko. Yo también quiero una taza de sake. ¿Me daréis un poco?, preguntó este.

Los seres rosados accedieron y el avaricioso Mamakiko cogió la taza más grande que pudo encontrar, la llenó de sake y aspiró el delicioso olor del preciado líquido con una sonrisa en los labios. Pero en cuanto tragó la bebida, tuvo asco y vomitó.

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