sábado, 26 de junio de 2010

La transición hacia la era moderna (1)

Hace un par de semanas que no actualizo el blog. La razón es simple, temporada de exámenes en la universidad. Acabo de terminar mi licenciatura en Estudios Asiáticos, a la espera de volver a Japón a partir de setiembre con una beca de la Facultad de Traducción e Interpretación de la Universidad Autònoma de Barcelona. Mi objetivo es mejorar mis conocimientos en el idioma, conocer más el país, su gente y su cultura y como no, seguir aportando mi granito de arena a este blog.

En los próximos capítulos intentaré explicar de forma detallada las causas que llevaron al país nipón a abandonar sus 250 años de letargo y encierre internacional durante la época Tokugawa (1600-1865/68). Con la Restauración Meiji, Japón iniciaba su era moderna y los cambios estructurales que se irían sucediendo a partir de ese momento permitirían al país situarse como la segunda potencia mundial (sólo por detrás de los Estados unidos) en poco más de 50 años.

La revolución urbana que sufrió Japón a partir del siglo XVII comportó un crecimiento de las ciudades nunca visto hasta la fecha. Edo (Tokyo a partir de 1868) contaba con 1 millón de habitantes y había cinco ciudades más que superaban los 100.000. Alrededor de estas urbes (jokamachi) empezaron a nacer mercados que, en poco tiempo, asumieron importancia dando vida a una nueva clase social, los comerciantes.

Durante esta época, los samuráis, que desde 1637 ya no tenían confrontaciones (trabajo) empezaron a sufrir las transformaciones económicas y sociales del país. Con el estipendio que les quedaba de los señores feudales tenían suficiente, pero al poco tiempo tuvieron que espabilarse a buscar nuevos trabajos si querían seguir manteniendo el nivel de vida que se llevaba en las ciudades. Ellos eran los grandes consumidores de cultura y rápidamente empezaron a depender de los comerciantes: “Te compro lo del año que viene y te lo pago ahora”, les decían. Además, a finales del siglo XVIII y principios del XIX los daimyo les redujeron sus honorarios ya que estos también empezaban a estar atados económicamente con cuestiones como la sankin kôtai (que comportaba gastos en infraestructuras a lo largo del viaje) y los samuráis se empezarán a ver como parásitos, sin trabajo, sin relación con sus señores etc.



Los daimyo que habían ayudado a Ieiasu Tokugawa a salir victorioso de la batalla de Sekigahara (1600) serán los grandes beneficiados con territorios de grandes extensiones, no así los daimyo tosama situados al sur-oeste y al nor-oeste, apartados del centro del shogunato, que por estar en contra de la familia Tokugawa sufrieron grandes problemas económicos.

Los daimyo de Choshu, Tosa y Satsuma serán los grandes perjudicados en este sentido y en un futuro se convertirán en los principales instigadores de la revuelta en contra del bakufu (gobierno nipón regentado por la familia Tokugawa). Decidirán ampliar las zonas cultivables para hacer frente a los gastos de la sankin kôtai, aumentarán los impuestos por la tierra y empezarán a monopolizar actividades manufactureras como la producción de papel, de azúcar o de tabaco. Con todo, los señores feudales se verían incapaces de establecer políticas fiscales sobre los comerciantes, que acaparaban ya gran parte del poder económico del país, y a la vez, el gobierno de la familia Tokugawa empezaría a tener déficit pese a su gran autoridad y fortuna.

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