viernes, 21 de mayo de 2010

Máquinas expendedoras para dar y vender

Cuando uno viaja a Japón, más concretamente a Tokio, una de las cosas que más sorprenden es la cantidad de maquinas expendedoras que existe. Realmente se desconoce su número exacto, pero algunos afirman que existen unos 20 millones de unidades en todo el país. Se incorporaron al paisaje tokiota en 1926, cuando aparecieron por primera vez en las estaciones de Tokio y Ueno. Por lo general, predomina la venta de bebidas ya que los japoneses son ávidos consumidores de café y toda clase de té envasado así como de bebidas refrescantes durante el verano o bebidas calientes de cacao en invierno. El clima de Japón también influyó a la hora de decidir ubicar estos artilugios, con calores extremadamente bochornosos en verano y temperaturas extremadamente frías en invierno.



Pero no solo de bebidas vive el hombre y pronto empezaron a proliferar otro tipo de ingenios que podían vender desde máquinas fotográficas desechables, baterías, discos compactos, camisetas, entradas para el cine e incluso maquinillas de afeitar, corbatas para los salaryman despistados o champú. En caso de no tener tiempo para entrar en un restaurante el viandante puede encontrar también algunas expendedoras de comida para solventar la papeleta: fideos calientes, una bolsa de arroz, huevo, verdura o sopa miso, todo con tan solo pulsar un botón.

A diferencia de tantos otros países, las máquinas de venta automáticas están, por regla general, a salvo del interés de los delincuentes; aunque parece que el aumento reciente de actos vandálicos y el uso de monedas coreanas, sustituto de la pieza de 100 yenes, hacen que ya no sean del todo inexpugnables. Las máquinas que expenden alcohol o tabaco, en un acto de civismo y protección de la moral pública, se desconectan automáticamente entre las 23:00 y las 5:00 horas y algunas de estas están situadas en lugares donde en otros países levantarían una tormenta de críticas véase escuelas de primaria y secundaria, nadie se queja.

Japón tiene fama de ser uno de los países más limpios del mundo. No se permite fumar por la calle, las aceras están limpias de cualquier tipo de basura, no existen apenas papeleras y todo relacionado con la conciencia social existente en la mente de los japoneses. Para seguir con el ejemplo se inventaron las máquinas respetuosas con el medioambiente o “ecovenders”, que disponen de mecanismos autorregulados de reciclaje que reducen los costes de refrigeración y los residuos.



No faltan opciones más audaces, como la venta de artilugios sexuales, revistas pornográficas y en los últimos años han proliferado las máquinas expendedoras de ropa interior usada de jovencitas que harán las delicias de los nipones más fetichistas. El fetichismo en este caso no está reñido con la higiene y es que cada par de braguitas, a la venta por precios que oscilan entre los 3.000 y los 5.000 yenes, se expande lavado en seco y en bolsas selladas al vacío para fomentar el dogma sagrado japonés de la limpieza. Además, las máquinas de material anticonceptivo le venden a uno preservativos según su grupo sanguíneo, marca indeleble de personalidad.

Máquinas expendedoras para todo tipo de consumidores que sacarán a más de uno de un apuro. Esto es Japón, un país que exige soluciones prácticas para cualquier tipo de situación.

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